EL MUNDO ÍNTIMO DE "MARAVILLA" MARTÍNEZ: EL DÍA QUE SU PAPÁ LO TRATÓ DE VAGO, SUS DÍAS EN LA CÁRCEL Y DÍAS ANTES DE SU PRIMER TITULO DEL MUNDO PIDIÓ COMIDA EN LA IGLESIA
"Maravilla" Martínez nos llevó a su mundo íntimo, por un instante en Super Deportivo Radio por Radio Villa Trinidad. Contó el día que su papá lo trató de vago. También cuando pidió comida en la iglesia, el corte de luz y agua en los días previos a su primer título. Una historia con su ex novia para explicar el significado de envidia. Maravilloso viaje al mundo "Maravilla". En estado puro. De colección.
¿Cómo es vivir con alegría? ¿Hay algún secreto?
- Yo entiendo que todo es difícil y complicado, pero pongo en el orden las cosas importantes por delante. Yo tengo la suerte de tener mis afectos con salud y para comer hay, grandes problemas no tengo. Eso es aceptar y ver las cosas con optimismo, yo soy un tipo muy optimista. Ser optimista no es estar sonriendo todo el tiempo, sino aceptar las cosas que vienen y luchar con las herramientas que tengo. Los dramas hay que llorarlos, pero después te limpias un poco y tenés que seguir adelante.
¿Cómo titularías tu propia historia?
- Me gusta la palabra resiliencia. Me caí 45 millones de veces como toda la gente, pero yo siempre me levanté una vez más. Ser resiliente no te va a garantizar el triunfo, pero al menos hace que la vida valga la pena.
¿Siempre tuviste ésta actitud o hubo momentos en los que ni siquiera tus propias palabras podían animarte?
- Me convertí en un tipo muy optimista. Mi personalidad no cambió, sino que fui descubriéndome cuando empecé a boxear. El Boxeo me dio la vida, me abrió la cabeza y me hizo ganar confianza en cada uno de los actos que vaya a realizar o decisiones que vaya a tomar. Yo era bastante serio, ahora me la paso haciendo chistes y veo la vida con entusiasmo, eso me lo dio el Boxeo. Antes trabajaba con mi padre y yo no quería, él me decía que era “vago” y a mí lo peor que me podés decir es eso. Ese trabajo no me gustaba, trabajábamos mil veces más que el reto para ganar mil veces menos. Yo le decía a mi padre que teníamos capacidad para hacer cosas mejores en la vida, para nosotros y para el mundo también, por eso yo busqué y me di cuenta de muy chiquito que los deportes eran una pasión para mí. Me acuerdo que quería ser profesional de todos los que practiqué, me enamoré del deporte. Llegué al Boxeo a los 20 años, tardé, pero yo sabía que quería ser deportista.
¿Qué te dijo después tu padre cuando te vio campeón del mundo?
- Ahora no me dice nada. Mi viejo por suerte fue uno de los apoyos más importantes que tuve desde que comencé a boxear.
¿En Boxeo se aprende primero a pegar o a atajarse?
- Yo tengo la fortuna de haber nacido con el Boxeo, en mi casa se respiraba este deporte, era religión desde que yo nací. Desde muy temprana edad ya fui captando la esencia del Boxeo. Mis tíos boxeaban y siempre me dijeron, desde antes que sea boxeador, que lo principal era la defensa. Hay que saber defenderse, golpear sabemos todos. Que me enseñen a defenderme fue lo que me llevó a mí a hacer una buena carrera.
Mirando hacia atrás ¿te gustó ser Sergio “Maravilla” Martínez?
- Es muy difícil. Hoy uno me ve a mí con 46 años que sigo con mi carrera profesional, tengo todos los cinturones mundiales amontonados y llenos de pelusa, pero los miro y digo
“¡Madre mía, 9 cinturones mundiales!”. Ahora ya me acostumbré a ver en los diarios “Maravilla Martínez” pero me costó, me pusieron ese apodo con 20 años y yo decía “a quien le ganaste vos para que te digan ‘Maravilla’”.
¿Cómo convivís con el personaje y la persona al mismo tiempo?
- Me costó asumir cierto tipo de cosas. En Argentina, por ejemplo, hoy en día mi popularidad bajó y a mí me parece fantástico porque yo trabajé para que la gente me vea con naturalidad en la calle comprando el pan. Yo podría haber dicho “soy Maravilla Martínez, vivo en Puerto Madero, que alguien me haga las compras y vivo en una burbuja”, pero me parece una tontería muy grande. Yo soy un tipo común y corriente, me duelen los huesos, tengo insomnio, simplemente me fue bien en el deporte. Tengo los mismos errores que puede tener cualquier persona, no hay diferencia con el resto de la gente.
¿En ningún momento permitiste que el “astro deportivo” se coma a la persona?
- Claro, aunque yo tampoco me sentí nunca una “estrella deportiva” la verdad. Hubo épocas en las que reconozco que fue muy difícil vivir en Argentina, sufría ataques de pánico porque yo no sabía lo que era la fama exagerada. Allá por el 2012 cuando había ganado y se me ocurrió viajar a Argentina llegué al aeropuerto con total normalidad y se armó un caos brutal, salí corriendo y me desmallé dentro del aeropuerto. Después decidí quedarme más tiempo en el país para que la gente vea que yo no soy de plástico o una “súper estrella”.
¿Por qué crees que la gente dice que vos “rompes el molde del estereotipo de boxeador que conocemos”?
- Es complicado. Todos los boxeadores venimos de un nivel o un estatus socio-cultural muy bajo, la vida del boxeador está plagada de carencias. El sueño del boxeador es ser campeón del mundo para poder comprarse un coche descapotable y subir dos rubias, ese es el motor y la motivación que encontró en su vida. El día que logra el objetivo luego de luchar 12 o 15 años no puedo decirle “¿viste ese objetivo que tenías? Bueno, no lo hagas, está mal”. Por eso hay que ver cuál es el motor de cada uno de los boxeadores y ver cuál es la educación que tiene de base y trabajar sobre eso. Una de las cosas más importantes que hay que darles a los boxeadores, además de la educación que traemos de casa, es la educación financiera. Es todo bastante complejo. A mí nunca me gustó la fiesta, si tengo mi debilidad con las chicas, pero tengo los pies sobre la tierra. Jamás probé una gota de alcohol, cigarrillo o droga, yo de entrada dije “cuanto tiempo, fracturas en la cara, en el cuerpo, me costó ganar mis primeros 10 mil dólares, no puedo en una fiesta tirarlos”. Mi sueño siempre fue tener un Cinturón Mundial, nunca fue el dinero, aunque yo no tenía para comer. Antes de ser campeón del mundo viviendo en España iba al mercado con una mano miraba un frasco de no sé qué cosa y con la otra robaba una feta de fiambre, pero mi sueño era tener un Cinturón Mundial. Hay que arreglar la educación de la gente, ahí está el tema.
¿Te acordás la semana previa a tu primer título del mundo como vivías?
- 9 días antes pedía comida en Cáritas, en una iglesia. Meses antes del combate a mí me cortaron la luz y un mes después el agua, estaba jodido. Después de estar encerrado un montón de veces en un calabozo con catorce o quince personas por no tener papeles, que me den palizas, presenciar palizas entre cuatro, cinco o seis a uno sólo, dando yo palizas a unos tantos, después de todo eso, subir al ring se te hace un juego de niños. Yo tengo una marca de una navaja en un brazo, marcas en la cabeza de unos punzones que tenían unos para atacarte dentro del calabozo, allí me querían robar, me querían violar. Entonces ahí adentro era decir “te pego una paliza a vos y a los catorce que están acá” y lo hacía. Después de pasar ese tipo de situaciones un montón de veces, de haber presenciado violaciones literalmente, o que me ataquen tres o cuatro con navajas y despatarrarlos por el suelo, subir al ring y tener un rival con un par de guantes adelante es un juego de niños. La vida es jodidamente dura, pero es una lección maravillosa de aprendizaje, y a mí me tocó pasar por todo eso para luego poder pararme delante de boxeadores, reírme en sus caras y decir “esto no es nada”. Por eso, los días previos a ganar fueron muy duros, pero el momento en el que levanté el cinturón fue el más feliz de mi vida.
La envidia, te jode ¿no?
-La envidia siempre la va a tener alguien que este muy cerca de ustedes y siempre está emparentada con la ignorancia. Envidia de ustedes no puede tener un Yankee o un alemán. A veces es sorprenderte, doloroso y triste. La envidia no es mas que ignorancia. Hay gente que envidia lo que podes llegar a ganar, pero lo que genera envidia no es lo que podes ganar. Lo que causa envidia y no hablo de mí, habló de cualquier persona, no es lo que ganas, al contrario. te envidian esa capacidad para crear y lograr lo que pudiste alcanzar. Eso es lo que causa envidia. Un día una ex novia que tenía, vivíamos juntos y luego nos separamos. Un día yo le dije: yo gane este dinero, la mitad es para vos y la otra para mí. La verdad la relación no iba para más, yo ya había conocido otra mujer. Yo le dije no quiero que te sientas mal, la mitad es para vos y la otra para mí, porque era una situación dolorosa la que estábamos viviendo. La verdad que yo no quería que este mal, le di ese dinero para que pueda pagarse un departamento. 3 meses mas me había olvidado la llave en el departamento, entonces le escribí si me podría llevar la llave y me contesto que me la llevaba después. Cuando volví a casa, me había robado todo: desde las sabanas hasta todo lo que te imaginas. Se llevó 210 libros, eso me dolió mucho. Le escribí y le dije te podías llevar todo lo que querías, pero me jodiste con los libros, porque eran una pasión para mí. Yo atiné a preguntarle ¿Por qué me hiciste eso? y ella me contestó: lo que pasa que me jode que siempre estés sonriendo y ahora vas a estar llorando. Esa es la envidia. Eso provoca la envidia, no es el dinero, tampoco los libros, es la capacidad que tenes para afrontar la vida y eso genera envidia en el necio e ignorante.
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