ROMERO Y ROMERITO

Juan tiene 14 años y quiere ser como su padre. Adrián es árbitro e instructor. La familia Romero lleva en su sangre el referato que tendrá una generación más. DIARIOSPORTS charló con ellos, el orgullo del padre y la alegría del hijo. Una nota imperdible…

Adrián Romero es uno de los árbitros más representativos en la provincia de Córdoba y uno de los exponentes con su enseñanza a nivel nacional. Es el encargado de la Escuela de Árbitros de San Francisco que hoy cuenta con un alumno conocido: su hijo.

Juan Romero tiene 14 años, es estudiante secundario en el Instituto Pablo VI y del Conservatorio de Música de la ciudad. Aprende y disfruta con su batería, juega al tenis y se cuelga el silbato para dirigir arriba del parqué.


Adrián, ¿Por qué nos parece extraño ver un chico tan chico dirigiendo?
Juan es chico y todos estamos acostumbrados a ver árbitros grandes, pero hoy en día y siguiendo los lineamientos de la Escuela Argentina de Árbitros, lo ideal es comenzar de chico para seguir todos los pasos como lo hace también un jugador de básquet. La idea es entender el espíritu de las reglas bien desde abajo. En la escuelita que tenemos acá es primordial que los chicos ya salgan a la cancha; una de las premisas es que los árbitros tengan 2 o 3 años más que los jugadores. Después de ahí se van corrigiendo los errores que van cometiendo. Nicolás Zanella es otro de los chicos que también está estudiando y dirigiendo en las categorías formativas.

¿Qué sentiste cuando te expresó las ganas de ser árbitro?
En cuanto a lo sentimental me sorprendió el día que me dijo “papá, yo quiero empezar a dirigir”, le respondí que bueno y que empiece a ir a la escuelita. Fue una linda alegría cuando me dijo eso, si bien me costó mucho decirle que sí porque es una profesión dura, él tiene un carácter parecido al mío y bancarse las agresiones que uno a veces tiene que soportar dentro de la cancha. Juan tendrá que ir templando su carácter para lograr esa prueba de fuego que es saber aguantar los reclamos, contener su temperamento y seguir con el trabajo normalmente.

Juan, ¿Por qué esa decisión de ser árbitro?
Yo desde chiquito siempre lo veía a mi papá que era árbitro, por eso quería ver lo que me parecía dirigir, siempre me dice que puedo tener una buena carrera. Hace dos años que estoy en la escuelita, ya estoy dirigiendo premini, mini y sub13. En este 2012 ya arranqué bien a estar en los partidos con el uniforme. No me gritaron nada todavía. A veces dicen que caminó alguien pero por protestar algo nomás.

¿Cómo te sentís en la cancha?
Los partidos de Sub13 me pongo un poco más nervioso porque son chicos más grandes. Con los más pequeños es más de enseñanza, le tenemos que ir explicando algunas acciones del juego para que vayan aprendiendo.

La relación padre e hijo dentro de la profesión
“Si me corrigen aprendo, por eso tomo bien cuando me habla mi papá. A veces también me enojo porque en cosas que sé que me equivoqué él me las vuelve a decir” dice Juan.

Por su parte, Adrián aclaró: “Cuando va a la escuelita lo trato como a un alumno más, se le corrigen todas las cosas de igual manera que a todos, a veces también hay que retarlos un poco”.

Los primeros ahorros por la profesión

“Es un incentivo para ellos, el arancel no es fijo. Los clubes decidieron pagarle, dándole un pequeño arancel a un estudiante de árbitro. Eso también lleva al compromiso, ser responsable con sus obligaciones”.

“Estoy ahorrando con lo que me ganó por trabajar, me compro algunas cosas para la batería por ahora y la bicicleta. Una vez, después de dirigir, me fui a la peluquería. Cuando me cortan el pelo siempre dejo dicho que mi papá pasa a pagar después. Ese día había cobrado el arancel pero igual lo anoté, no quise pagarlo yo, eso le corresponde a mi papá (risas)”.

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